ELEMENTOS IMPORTANTES PARA DIALOGAR CON NUESTRO DIOS

TEMA: ELEMENTOS IMPORTANTES PARA DIALOGAR CON NUESTRO DIOS

TEXTO: JOB 23:1-5 Respondió Job, y dijo: 2 Hoy también hablaré con amargura; Porque es más grave mi llaga que mi gemido. 3 ¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios! Yo iría hasta su silla. 4 Expondría mi causa delante de él, Y llenaría mi boca de argumentos. 5 Yo sabría lo que él me respondiese, Y entendería lo que me dijera.

DESCARGA EN PDF: https://elblogdelpastoroscarflores.com/wp-content/uploads/2023/02/ELEMENTOS-IMPORTANTES-PARA-DIALOGAR-CON-NUESTRO-DIOS.pdf

Definitivamente todo cristiano habla con el Señor por medio de la oración, pero al igual que Job hay momentos en nuestra vida en los cuales no solamente necesitamos orar, sino dialogar con nuestro Dios, en esos momentos de crisis, de angustia, necesitamos venir ante nuestro Dios y exponer nuestro caso delante del Señor, y esperar su respuesta de bendición a nuestra vida.

En la palabra de Dios encontramos varios diálogos que los hombres de fe tuvieron con Dios en momentos de dificultad, podemos ver que Abraham, Jacob, Moises, David, Ezequias y el apóstol Pablo tuvieron diálogos con Dios en los momentos de crisis en sus vidas.

Pero ¿qué elementos necesitamos para poder dialogar con el Señor en los momentos de angustia? Veamos lo que nos enseña la palabra de Dios sobre aquellos elementos importantes para presentarnos delante del Señor y dialogar con él para poder recibir su ayuda y su bendición:

I) PRIMER ELEMENTO: UN CORAZÓN SINCERO Y ARREPENTIDO (SALMO 51:1-7) Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. 2 Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado. 3 Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. 4 Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio. 5 He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre. 6 He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. 7 Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve.

El Salmo 51 más que una oración es un diálogo lleno de sinceridad y arrepentimiento de David, con un corazón quebrantado y humillado él reconoce delante del Señor su error, su pecado, acepta que él ha hecho lo malo y también le suplica al Señor que tenga de él misericordia y que perdone su pecado.

David reconoce que lo que está viviendo es por su propio pecado, no es que Dios esté siendo injusto con él sino que reconoce y declara que el Señor está siendo justo en su juicio con él (Vs 4) Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio.

Eso es exactamente lo que el Señor quiere de nosotros cuando nos presentamos delante de él para dialogar, para implorar por su misericordia y sus maravillas para nuestra vida, no justificandonos, sino reconociendo nuestro pecado y nuestros malos caminos, y reconociendo que posiblemente lo que estamos viviendo es consecuencia de nuestro propio pecado y maldad.

Dios nos invita a venir delante de él para dialogar, pero lo primero que quiere de nuestra vida es que estemos a cuenta, que confesemos nuestro pecado y reconozcamos nuestros malos caminos (Isaías 1:18) Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.

II) SEGUNDO, LA PALABRA Y LAS PROMESAS DE DIOS (ECLESIASTÉS 5:2-5) No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras. 3 Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio. 4 Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. 5 Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas.

Tal como lo dice el texto que hemos leído para dialogar con Dios en los tiempos de crisis, en los tiempos de angustia TIENEN QUE SER POCAS NUESTRAS PALABRAS.

Muchas veces como cristianos en los tiempos de aflicción cometemos el error de prometerle a Dios muchas cosas que al final no podremos cumplir, DIOS NO QUIERE NUESTRAS PROMESAS, ÉL QUIERE QUE CONFIEMOS EN LAS PROMESAS QUE ÉL NOS HA DADO.

Para dialogar con Dios lo más importante no son nuestras palabras ni nuestras promesas, sino las palabras y las promesas que el Señor nos ha dado a nosotros, dialogar con Dios es decirle : TU PALABRA LO DICE, TU LO HAS PROMETIDO. y nosotros debemos CREER Y CONFIAR que todo lo que él ha dicho y ha prometido LO CUMPLIRA.

  • Su palabra dice que nuestro Dios no olvida ni es indiferente al trabajo que hacemos con amor para el Reino de los Cielos (Hebreos 6:10) Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.
  • Su palabra nos dice que todo lo que hemos dejado por causa del Señor, todo a lo que hemos renunciado por seguirle, todo lo que hemos menospreciado para seguir a nuestro Dios traerá bendición hoy a nuestra vida y tendrá recompensa en la eternidad (Marcos 1’:28-30) Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido. 29 Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, 30 que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.
  • Su palabra dice que todas aquellas cosas que son imposibles para los hombres, son posibles para nuestro Dios, por lo tanto no debemos perder la fe (Marcos 10:27) Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios.
  • Su palabra nos dice que nuestro Dios nos da la victoria por medio de Jesucristo, pues él ha vencido a los enemigos más poderosos del ser humano: A SATANÁS, EL PECADO, LA MUERTE Y LA TUMBA y esa victoria también es nuestra victoria ante los enemigos de nuestra vida (1 Corintios 15:55-57) ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? 56 ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. 57 Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.

III) TERCERO: UN CORAZÓN CONFIADO EN LA MISERICORDIA DE DIOS Y NO EN SU PROPIA JUSTICIA (DANIEL 9:17-19) Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor. 18 Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias. 19 Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.

Estando cautivos en Babilonia el profeta Daniel clamó por su pueblo, suplicando el favor del Señor, y Daniel pudo dialogar con el Señor con sinceridad de corazón, confiando en  la misericordia de Dios, y no en la justicia de su pueblo.

De esa misma manera debemos dialogar con nuestro Dios, no confiados en nuestra bondad o en nuestras justicias, sino en las muchas misericordias del Señor que son nuevas cada mañana para nuestra vida (Lamentaciones 3:22-23) Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias.23 Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.

Y por sobre todo tenemos que presentarnos delante de nuestro Dios para dialogar con él en el nombre de nuestro Señor Jesucristo (Juan 14:13) Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.