PRINCIPIOS BÍBLICOS PARA ADMINISTRAR LAS FINANZAS DE NUESTRA FAMILIA.

person putting coin in a piggy bank

TEMA: PRINCIPIOS BÍBLICOS PARA ADMINISTRAR LAS FINANZAS DE NUESTRA FAMILIA.

TEXTO: ISAÍAS 55:2 ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.

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La palabra de Dios nos declara que gastar el dinero en cosas innecesarias, que no son de beneficio o provecho de nuestra familia y que no glorifican su nombre es algo que no es agradable para el Señor.

Es por eso que la administración sabia de las finanzas familiares debe ser algo muy importante para cada uno de nosotros.

¿Por qué debe ser tan importante la administración sabia de las finanzas familiares? Porque la adecuada administración de las finanzas familiares no solo asegura que una familia pueda vivir de manera tranquila y dentro de sus posibilidades, sino que también proporciona estabilidad y seguridad financiera a largo plazo. Y también permite a las familias afrontar crisis financieras con mayor tranquilidad y preparación.

En la palabra de Dios encontramos principios muy importantes para administrar sabiamente las finanzas personales y de nuestra familia para que verdaderamente podamos disfrutar de sus bendiciones.

VEAMOS CUÁLES SON ALGUNOS DE ESTOS PRINCIPIOS PARA ADMINISTRAR DE MANERA SABIA LAS FINANZAS DE NUESTRA FAMILIA:

I) PRIMER PRINCIPIO: TENEMOS QUE RECONOCER QUE DIOS ES DUEÑO DE TODO Y NOSOTROS SOMOS ADMINISTRADORES

(SALMO 24:1) De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan.

Dios es el dueño de todo lo que tenemos y de todo lo que tendremos y nosotros somos administradores de los recursos y de todo lo que él nos confía en nuestras manos.

Un propietario o dueño es a quien el bien o recurso le pertenece completamente y es el que tiene la libertad de hacer con él lo que le plazca, sin ninguna obligación hacia otra persona.

Un administrador o mayordomo es quien aunque tenga control y responsabilidad sobre un bien, ESTE NO LE PERTENECE REALMENTE. En lugar de usar esos recursos o bienes  según su propia voluntad, un buen mayordomo busca manejar los recursos de acuerdo con las instrucciones y deseos del verdadero propietario, el cual es nuestro Dios.

Un administrador o mayordomo sabe que de lo que le han confiado tiene que rendir cuentas al dueño de esos bienes o recursos (Lucas 16:1-2) Dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y este fue acusado ante él como disipador de sus bienes. 2 Entonces le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo.

II) SEGUNDO PRINCIPIO: ES NECESARIO SER FIELES Y OBEDIENTES CON NUESTROS DIEZMOS Y AGRADECIDOS CON NUESTRAS OFRENDAS

Malaquías 3:10 Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.

1 Corintios 16:2 Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.

Tenemos que comprender que ser fieles administradores de los bienes que Dios nos provee para nuestra familia significa apartar fielmente y con obediencia la parte que es del Señor, y esto nos permite disfrutar de lo que él ha prometido para nuestra familia: DERRAMARÉ SOBRE VOSOTROS BENDICIÓN HASTA QUE SOBREABUNDE.

Igualmente ser fieles administradores de los bienes y recursos del Señor significa ofrendar con agradecimiento y con alegría de nuestra prosperidad, es decir que, LAS OFRENDAS SON EN AGRADECIMIENTO POR LAS BENDICIONES RECIBIDAS de parte de nuestro Dios.

Cuando somos fieles administradores de los bienes y recursos que el Señor provee para nuestra familia nuestro Dios hará que su provisión abunde en nuestro hogar de tal manera que podamos bendecir también a nuestros prójimos más necesitados, es decir, no solamente seremos bendecidos, sino que seremos de bendición para otros (2 Corintios 9:6-9) Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. 7 Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. 8 Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; 9 como está escrito: Repartió, dio a los pobres; Su justicia permanece para siempre.

Además de reconocer que Dios es el dueño de todas las cosas, es fundamental ser fieles en nuestros diezmos y ofrendas. Al apartar una porción de nuestros ingresos para el Señor, estamos demostrando nuestra confianza en Su provisión y abriendo las puertas a sus bendiciones. ¿Te has preguntado alguna vez cómo sería experimentar la abundancia que Dios promete? Al ser fieles en nuestros diezmos, estamos sembrando semillas de prosperidad que cosecharemos en el futuro.

III) TERCER PRINCIPIO: HACER UN PRESUPUESTO FAMILIAR Y PROCURAR CUMPLIRLO

(Lucas 14:28) Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?.

Lastimosamente muchas familias pasan situaciones económicas muy difíciles pues no tienen un presupuesto de ingresos y de gastos, y es por eso que se termina gastando más de lo que se tiene y recurriendo a deudas innecesarias.

Un presupuesto nos permite reconocer los gastos innecesarios que SE NECESITAN ELIMINAR o los GASTOS QUE HAY QUE RECORTAR para poder cubrir las necesidades de todos los miembros de la familia.

Dentro de nuestro presupuesto familiar es necesario tener un plan de ahorro para enfrentar las situaciones inesperadas del futuro o para compras futuras sin necesidad de endeudarse (Génesis 41:34) Haga esto Faraón, y ponga gobernadores sobre el país, y quinte la tierra de Egipto en los siete años de la abundancia.

IV) CUARTO PRINCIPIO: CUIDÉMONOS DEL MATERIALISMO Y LA VANIDAD, TENGAMOS CONTENTAMIENTO Y SATISFACCIÓN EN LO QUE DIOS PROVEE

(FILIPENSES 4:11-13) No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación 12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Lastimosamente muchas familias tienen sus finanzas deterioradas por las deudas y por un costo de vida demasiado elevado por causa de la vanidad y el materialismo.

La vanidad y el materialismo hoy se puede definir en una sola palabra: CONSUMISMO

El consumismo es una tendencia social y económica que se caracteriza por la adquisición y acumulación constante de bienes y servicios, muchas veces más allá de las necesidades básicas.

El consumismo puede generar una dependencia emocional en el acto de comprar, pues llegamos a creer que la felicidad y el éxito se miden por la cantidad de bienes materiales que se poseen.

También el consumismo puede afectar las finanzas personales y familiares, ya que el deseo de consumir puede llevar al endeudamiento y a la insatisfacción personal.

Es por eso que como familias cristianas tenemos que tener bien claro en nuestro hogar lo que nuestro Señor Jesucristo enseñó: (Lucas 12:15) Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.

Tenemos que comprender que nuestra identidad o lo que verdaderamente somos no depende de lo que tengamos, de lo que compremos o de las marcas de ropa que usemos, pues en Cristo lo tenemos  todo.

CONCLUSIÓN: La administración de las finanzas familiares basada en principios bíblicos no solo asegura estabilidad y paz en el hogar, sino que también honra a Dios al reconocerlo como el dueño de todo. Al aplicar estos principios, podemos vivir con sabiduría, gratitud y contentamiento, evitando las trampas del materialismo y el consumismo. Al hacerlo, no solo recibimos las bendiciones de Dios, sino que también nos convertimos en canales de bendición para los demás.

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