¿SEGUIR LUCHANDO O SOLTAR? DECISIONES PARA UN MATRIMONIO CRISTIANO EN CRISIS.

TEMA: ¿SEGUIR LUCHANDO O SOLTAR? DECISIONES PARA UN MATRIMONIO CRISTIANO EN CRISIS.

TEXTO: MATEO 19:5-6 y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? 6 Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.

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La pregunta «¿Sigo luchando o dejo de luchar por rescatar mi matrimonio?» generalmente aparece cuando la relación matrimonial está desgastada, hay heridas acumuladas y las fuerzas emocionales parecen agotadas.

Verdaderamente esta no es una pregunta fácil de responder por todo lo que implica la separación de una pareja, pero primeramente hay que comprender algo muy importante que nos enseña el texto que hemos leído para comenzar: HAY PAREJAS QUE NO LAS JUNTÓ DIOS.

Tenemos que reconocer que verdaderamente el matrimonio es una institución sagrada bendecida por nuestro Dios (Hebreos 13:4) Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.

Pero eso no significa que toda relación matrimonial fue formada por nuestro Dios, pues hay parejas que están unidas fuera de la voluntad de Dios, fuera de sus principios y alejados de su propósito (2 Corintios 6:14-15) No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? 15 ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?.

RESPONDAMOS ENTONCES LA PREGUNTA ¿SEGUIR LUCHANDO O SOLTAR? ¿QUÉ DECISIÓN DEBEMOS TOMAR?.

I) ¿CUANDO VERDADERAMENTE VALE LA PENA SEGUIR LUCHANDO POR RESTAURAR LA RELACIÓN MATRIMONIAL?

Veamos por medio de la palabra de Dios cuáles son esas condiciones que nos permiten reconocer que verdaderamente vale la pena seguir luchando por restaurar la relación aun cuando quizás en este momento esté dañada

CUANDO AMBOS ESTÁN DISPUESTOS A TRABAJAR JUNTOS PARA SUPERAR LOS CONFLICTOS Y LAS CRISIS: (ECLESIASTÉS 4:9-10) Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. 10 Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.

Tenemos que reconocer que los conflictos y las crisis del matrimonio se deben enfrentar y tratar de superar juntos como pareja.

Aunque quizás haya dolor, desconfianza y resentimientos, pero si los dos reconocen los problemas y están dispuestos a buscar ayuda, primeramente de Dios, orando en pareja, orando el uno por él otro y si es necesario también consejería matrimonial, es porque hay esperanza.

Lastimosamente HAY RELACIONES EN LAS CUALES SOLAMENTE UNO DE LOS DOS ESTÁ LUCHANDO, solamente uno de los dos está tratando de rescatar la relación, pero el otro, aunque quizás vivan en la misma casa, pero ya abandonó la relación, ya hay una desconexión emocional.

CUANDO NO HAY ABUSO NI MALTRATOS NI PELIGRO FÍSICO (Proverbios 29:22) El hombre iracundo levanta contiendas, Y el furioso muchas veces peca.

Tenemos que comprender que los conflictos y las crisis por mala comunicación, celos, monotonía, aún por infidelidades, si existe arrepentimiento y la disposición de perdonar, se pueden superar con la ayuda del Señor, pero siempre y cuando no haya violencia física, maltratos y abusos que pongan en riesgo la vida del cónyuge o de los hijos e hijas.

La palabra de Dios nos enseña que no es la voluntad de Dios que ninguna  persona viva en esa condición de abuso por una persona que no tiene temor de Dios ni amor por su pareja (1 Corintios 7:15) Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios.

CUANDO HAY MUESTRAS REALES DE AMOR Y DE UN VERDADERO ARREPENTIMIENTO (MATEO 3:8) Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento,

El amor puede estar dañado o debilitado, pero si todavía hay cuidado y ternura, es decir, verdaderas acciones de amor, se puede avivar la llama.

Pero se necesitan CAMBIOS REALES, es decir, un verdadero arrepentimiento de aquellas cosas que dañaron la relación, porque no se puede tener una nueva oportunidad o un nuevo comienzo sin dejar atrás todo lo que ha dañado y causado dolor en el corazón de nuestro cónyuge (Filipenses 3:13) Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,

CUANDO SE BUSCA DE TODO CORAZÓN LA GUÍA DE DIOS PARA SER RESTAURADOS Y PARA TOMAR DECISIONES SABIAS (JOEL 2:12) Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento.

Si una pareja de verdad quiere ser restaurada, si de verdad están luchando por su relación TIENEN QUE BUSCAR AMBOS LA GUÍA DE DIOS.

Pero lastimosamente hay matrimonios en los cuales dicen querer restaurar su hogar, PERO NO BUSCAN AL SEÑOR, no piden su guía, no se congregan, no leen su palabra, no oran juntos.

El que uno de los cónyuges no quiera buscar al Señor es una mala señal, pues cuando estamos en pecado, cuando no queremos cambiar, nos alejamos de los caminos de Dios

II) ENTONCES ¿CUANDO PODRÍA SER NECESARIO SOLTAR? 

CUANDO TODO HACE INDICAR QUE EL PACTO DE AMOR, RESPETO Y FIDELIDAD SE HA ROTO DE MANERA IRREVERSIBLE (SALMO 11:5) El Señor prueba al justo; pero al impío y al que ama la violencia, su alma los aborrece.

Ese pacto entre la pareja se rompe de manera irreversible por la persistencia de seguir viviendo en pecados graves sin intención de cambio, es decir, VIVIR CON UNA PERSONA IMPÍA, sin temor de Dios, sin misericordia, blasfemo, y que aborrece las cosas del Señor.

Como lo dijimos al principio, la palabra de Dios declara que “Lo que Dios unió no lo separe el hombre” PERO ESE TIPO DE UNIÓN NO ES DE DIOS,  por lo tanto muchas veces es mejor reconocer y soltar que seguir luchando por algo que no es agradable a nuestro Dios.

CONCLUSIÓN: Enfrentar una crisis matrimonial como cristianos requiere discernimiento, oración y sinceridad ante Dios. No todo matrimonio fue unido por el Señor, y no toda batalla es la que Él quiere que luchemos. Cuando hay amor, arrepentimiento, disposición mutua y búsqueda genuina de la guía divina, vale la pena perseverar. Pero si el pacto se ha roto irreversiblemente por pecado continuo, violencia o abandono espiritual, aferrarse puede convertirse en una carga contraria a la paz que Dios nos llama a vivir. La sabiduría está en escuchar Su voz y dejar que Él dirija nuestros pasos, aun si eso significa soltar.

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