CUIDADO CON LAS SEMILLAS DIABÓLICAS

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TEMA: CUIDADO CON LAS SEMILLAS DIABÓLICAS

TEXTO: MATEO 13:24-28 Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 25 pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. 26 Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. 27 Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? 28 Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?.

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Cada uno de nosotros somos el campo del Señor que ha sido comprado por un gran precio, el precio de la sangre de su hijo derramada en la cruz del calvario. Y nuestro Dios se ha encargado de sembrar en nosotros buena semilla, su palabra, su amor, sus promesas, semillas de gozo, de paz, de esperanza, etc Pero el enemigo se encarga de sembrar en nuestra vida sus semillas diabólicas.

Una semilla es algo que puede parecer pequeño o insignificante pero que puede llegar a producir  grandes cosas, en el caso de las semillas de Dios en nuestra vida producen grandes bendiciones y beneficios, pero en el caso de las semillas que siembra el enemigo pueden llegar a producir gran destrucción y fracaso en la vida de los cristianos. 

Es por eso que es importante reconocer esas SEMILLAS DIABÓLICAS para que no permitamos que crezcan, que echen raíces en nuestro corazón y que lleguen a causar  grandes estragos en nuestra vida afectando las bendiciones que el Señor tiene preparadas para nosotros. 

VEAMOS ENTONCES CUALES SON ALGUNAS DE ESAS SEMILLAS QUE EL ENEMIGO SUTILMENTE SIEMBRA EN NUESTRO CORAZÓN: 

I) LA PRIMER SEMILLA ES LA DUDA

(Santiago 1:6) Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.

La duda es opuesta a la fe, pues la fe nos mantiene firmes y confiados, pero la duda es una semilla que cuando comienza a crecer en nuestro corazón nos HACE CAER en desesperación, NOS ARRASTRA a la impaciencia a la desesperanza. 

La duda nos hace quitar la mirada del Señor y de su poder, y NOS HACE PONER LA MIRADA EN LAS CIRCUNSTANCIAS que nos rodean, NOS HACE HUNDIRNOS en el temor de lo que puede pasar y nos hace sentir abandonados (Mateo 14:29-31) Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. 30 Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! 31 Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?.

II) LA SEGUNDA SEMILLA ES EL DESÁNIMO

(NÚMEROS 21:4-5) Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom; y se desanimó el pueblo por el camino. 5 Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano.

Podemos ver que el desánimo ha sido una semilla utilizada desde siempre por el enemigo en contra del pueblo de Dios, pues cuando la semilla del desánimo comienza a echar raíces en nuestro corazón SE VUELVE UN PENSAMIENTO QUE TOMA CONTROL DE NUESTRA MENTE y destruye la esperanza, y CUANDO PERDEMOS LA ESPERANZA NOS RENDIMOS, que es exactamente lo que el diablo quiere que hagamos. El desánimo interfiere hasta con nuestra comunión con Dios a tal punto que podemos terminar abandonando la fe.

Cuando el desánimo está tomando control de nuestra mente y de nuestro corazón se refleja en nuestras palabras de queja, y en nuestras palabras de murmuración en contra de todo aquello en lo cual antes nos deleitabamos.

Cuando estamos desanimados, comenzamos a quejarnos de todo en nuestra iglesia, en nuestra familia, en nuestro matrimonio, en nuestro empleo, etc TODO NOS PARECE MAL, y comenzamos a MURMURAR Y QUEJARNOS EN CONTRA DE TODOS y muchas veces llegamos a  tomar la decisión de abandonar todo aquello por lo cual SI VALE LA PENA LUCHAR

El problema de la semilla del desánimo es que es tan sutil que nos hace creer o pensar que nuestros problemas son por causa de otros, y no nos damos cuenta que el principal problema está en nosotros mismos, en nuestro propio corazón. 

III) LA TERCER SEMILLA SON LOS RESENTIMIENTOS

(MARCOS 11:24-27) Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. 24 Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. 25 Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. 26 Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.

Podemos ver en los textos que hemos leído que el resentimiento, es decir, la falta de perdón, afecta directamente nuestras oraciones y por lo tanto también nuestras bendiciones.

El enemigo siembra semillas de resentimiento en nuestro corazón poniendo pensamientos como : ¿Para qué lo vas a perdonar si no va a cambiar? ¿Por qué lo vas a perdonar si no lo merece? ¿Por qué vas a perdonar si te han hecho demasiado daño? 

Pero cuando la semilla del resentimiento llena nuestros corazones SE CONVIERTE EN AMARGURA, las raíces de la semilla de resentimiento son RAÍCES DE AMARGURA que se van profundizando en nuestro corazón y no nos permiten ser felices, ni  tener paz en nuestro interior (Hebreos 12:15) Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;

CONCLUSIÓN: Para evitar que las semillas del enemigo arraiguen y crezcan en nuestras vidas, debemos reconocer las semillas dañinas como la duda, el desánimo y el resentimiento, fortalecer nuestra fe, cultivar esperanza y ánimo, practicar el perdón, y orar constantemente, buscando la guía y la fortaleza de Dios para resistir las tentaciones del enemigo. 

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