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CUIDADO CON LA PERDIDA DE LA SENSIBILIDAD

TEMA: CUIDADO CON LA PÉRDIDA DE LA SENSIBILIDAD

TEXTO: EFESIOS 4:17-21

INTRODUCCIÓN

Existe una enfermedad muy rara llamada Analgesia Congénita (CIP) la cual afecta a una persona en un millón en el mundo, esta enfermedad genética que hace que las personas que la padecen no puedan sentir ninguna clase de dolor en su cuerpo es decir que son insensibles al dolor.

Esto a simple vista parecería que es algo muy bueno pues a nadie nos gusta experimentar el dolor, pero en realidad es algo muy peligroso pues quienes la padecen pueden sufrir graves daños sin darse cuenta, podrían quebrarse un brazo o una pierna o tener la apendice a punto de estallar y no experimentar ningún dolor, lo cual los pone en una situación que los puede llevar a la muerte.

Dios permite que sintamos dolor para que nos demos cuenta que algo no está bien en nuestro cuerpo, es una señal de alerta sobre algo que nos puede causar daño.

Lastimosamente espiritualmente hablando hay millones de cristianos en el mundo que padecen de la pérdida de la sensibilidad en sus corazones, tal como nos lo dice el texto que hemos leído nosotros podríamos llegar a vivir como las personas que no tienen a Cristo en su corazón y que han perdido toda sensibilidad a causa del pecado (Vs 17-19)

Esta pérdida de la sensibilidad espiritual viene a causa de contristar el Espíritu Santo que habita en nosotros (Efesios 4:30)  cuando hacemos lo que sabemos que está mal, entonces contristamos o “apagamos” al Espíritu Santo en nuestra vida y poco a poco vamos perdiendo la sensibilidad espiritual, es decir ya no sentimos dolor por el pecado en nuestra vida, ya no sentimos dolor en nuestro corazón por ofender al Señor.

¿Como se manifiesta la pérdida de la sensibilidad en la vida de un creyente?

I) CUANDO POCO A POCO DEJAMOS DE HACER LO QUE SABEMOS QUE AGRADA A DIOS (SANTIAGO 4:17)

II) CUANDO NO NOS ENTRISTECE EL PECADO QUE PRACTICAMOS EN NUESTRA VIDA (2 CORINTIOS 7:10)

III) CUANDO NO NOS DAMOS CUENTA EL DAÑO QUE NOS ESTAMOS CAUSANDO A NOSOTROS MISMOS Y A LOS DEMÁS (ISAÍAS 1:5-6)

ENTONCES ¿QUÉ DEBEMOS HACER SI HEMOS PERDIDO LA SENSIBILIDAD?

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