Icono del sitio EL BLOG DEL PASTOR OSCAR FLORES

EL OTRO VIRUS QUE TENEMOS QUE ENFRENTAR.

TEMA: EL OTRO VIRUS QUE TENEMOS QUE ENFRENTAR.

 

TEXTO: ROMANOS 7:18-24

DESCARGA EN PDF:EL OTRO VIRUS QUE TENEMOS QUE ENFRENTAR

Seguramente todos nosotros en estos versículos que hemos leído nos sentimos identificados, en la lucha diaria de hacer lo bueno, de vivir una vida agradable a Dios, de hacer su voluntad, de ser guiados por el Espíritu, pero muchas veces haciendo lo que no queremos, dejándonos llevar por nuestra carne, sintiendo dolor en nuestro corazón por haber hecho lo que desagrada a nuestro Dios. 

 

Estamos viviendo una pandemia, estamos enfrentando un virus llamado Covid19, que está afectando a muchos países del mundo, millones han sido afectados, y miles han muerto, pero en el nombre del Señor poco a poco esta pandemia desaparecerá, este virus dejara de afectarnos, pero hoy vamos a hablar de un virus con el cual vamos a ser afectados TODAS LAS PERSONAS DEL MUNDO, y vamos a enfrentarlo TODOS LOS DÍAS de nuestra vida, ese virus espiritual se llama PECADO. 

 

Es un virus del cual todos nacemos infectados desde el pecado de Adán (Romanos 5:12) pero Satanás no quiere que solamente seamos pecadores por naturaleza, sino que por medio de sus tentaciones y nuestras debilidades vivamos en pecado, vivamos enredados en una vida pecaminosa, para cumplir sus tres propósitos diabólicos: Hurtar, matar y destruir la vida de los seres humanos. (Juan 10:10) 

 

Entonces, como cristianos ¿Cómo podemos enfrentar el pecado en nuestra vida? Podemos darnos cuenta que en la sociedad en este tiempo de pandemia para enfrentar el Covid19 se han creado fases, de contención, de mitigación, de apertura, etc. y este virus llamado pecado también tiene fases en nuestra vida y en cada una podemos enfrentarlo por medio de la fuerza y el poder de nuestro Dios y de su palabra, 

Veamos cada una de ellas: 

 

I) PRIMERA FASE: TENTACIÓN (SANTIAGO 1:12) 

 

Tenemos que saber que todo pecado comienza con una tentación, con una oportunidad pecaminosa, es decir que la tentación no es pecado, es una decisión, es una opción, satanás no obliga a nadie a pecar, pero nos induce a hacerlo, usando nuestras propias debilidades, nuestra propia concupiscencia. 

 

La palabra de Dios nos dice que debemos hacer para enfrentar la tentación:

 

PREVINIENDO (Proverbios 22:3) 

 

 

 

 

RESISTIENDO (Santiago 4:7) 

 

 

 

II) SEGUNDA FASE: INCUBACIÓN DEL PECADO (SANTIAGO 1:13-15) 

 

Al igual que un virus que tiene un proceso de incubación en el cuerpo humano antes de comenzar a provocar síntomas y enfermarnos, también el pecado tiene un periodo de incubación, en nuestra mente. 

 

Específicamente en este texto Santiago utiliza la palabra concebir, que significa literalmente “quedar embarazada” para una concepción se necesitan dos elementos, es decir que en esta fase se une la tentación externa y nuestra concupiscencia, nuestra debilidad interna, en nuestra mente se está formando y planificando un pecado. 

 

¿Que debemos hacer para enfrentar el pecado en esta fase?

 

 

Todo adulterio, toda fornicación, todo robo, toda mentira, toda violencia, toda infidelidad, todo homicidio, primeramente comenzó en nuestro interior, (Mateo 15:19) 

 

Es por eso que no tenemos que darle lugar que el pecado que se está incubando en nuestra mente pueda realizarse, tenemos que traerlo cautivo al Señor. 

 

III) TERCERA FASE: REALIZAR EL PECADO (SANTIAGO 1:15 B) 

 

Cuando el pecado se realiza, cuando se lleva a cabo, inevitablemente comienzan sus consecuencias en nuestra vida, pues la palabra de Dios nos dice que la paga del pecado es muerte. 

 

Viene a nuestra vida como lo vemos desde el primer pecado en Adán, la vergüenza, la culpabilidad, la  tristeza, y muchas otras más si continuamos practicando el pecado y nos convertimos en esclavos de ese pecado.

 

¿Cómo podemos enfrentar el pecado en esa etapa?

 

 

CONCLUSIÓN: Por la gracia de nuestro Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo nos ha quitado la consecuencia eterna del pecado en el infierno y nos ha dado salvación y vida eterna (Romanos 8:1) 

 

Salir de la versión móvil